Ecos de una ciudad sumergida.

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martes, 11 de octubre de 2011

ENSORCELOR - Crucifuge (2011)




2011 nos sigue regalando sorpresas, que unidas a los lanzamientos de los grandes nombres están haciendo de este año uno de los más fructíferos que recuerdo. Mi intención era reseñar albumes como los de Wolves In The Throne Room o Machine Head, que tenía pendientes a causa de las vacaciones, pero tal ha sido la impresión que me ha causado el disco que hoy traigo a Ecos de R'Lyeh, que me he decantado definitivamente por este tremendo debut a cargo de una banda con un futuro espectacular por delante. Ensorcelor es un joven quinteto canadiense, más concretamente de Montreal, formado hace tan sólo un par de años. Con las ideas muy claras y tan sólo un año después de su nacimiento, el grupo saca su primer material a la calle en formato EP (aunque realmente fue grabado en 2009, lo que añade aún más mérito al asunto). Se trataba del fantástico Urarctica Begins (2010), una rabiosa mezcla de sludge, doom y black metal que tampoco hacía ascos al atmosférico de corte más oscuro, y que recibió muy buenas reseñas por parte de la crítica especializada. Con una efervescencia creativa que parece no tener límites, ese mismo año graban lo que será su debut en formato LP, Crucifuge, y que ha tenido que esperar a 2011 para ver la luz a través de Media Tree Recordings (en Europa distribuye Psychic Assault).


Lo primero que llama la atención de su primer larga duración es eso, su denominación como tal. Porque su duración es menor que Urarctica Begins y tiene menos canciones. Curioso, aunque en géneros como el doom y el black atmosférico estas líneas divisorias pierden bastante su sentido. Y es que Crucifuge se estructura alrededor de dos mastodónticos cortes, By Mycomancy Insumed y Crucifuge, donde el primero alcanza los 15 minutos y el segundo se estira hasta los 20, correspondiendo a las caras A y B del formato vinilo en el que ha sido editado. Centrándonos en lo musical, nos encontramos con una banda que en muy poco tiempo ha dado tremendos pasos adelante, además de incorporar a su sonido toda una serie de nuevos elementos. Porque no sólo nos encontramos con unas composiciones más compactas y homogéneas, sino que éstas transcurren por sendas diferentes a las abiertas por su primer EP. Bajando el pie del acelerador (que tampoco el coche viajaba en quinta, todo sea dicho), Ensorcelor hacen hincapié (con todo acierto) en una lentitud que les acerca aún más al doom y que acentúa unas composiciones creadas para quedarse talladas en tu alma a base de lentos e inmisericordes martillazos. Por otro lado, el lado blacker de la formación se mantiene en plena forma, lo que unido a una mayor presencia de elementos atmosféricos te hará sentir desnudo y perdido en mitad del crudo invierno canadiense, calado hasta los huesos y rodeado de una oscuridad impenetrable. Puro deleite para nuestros impíos oidos, vamos. Otro de los aspectos que hace excelso a este disco es la maravillosa presencia de unas melodías que visten a la bestia con ropajes de raído terciopelo, impregnando Crucifuge de un halo de retorcida belleza atemporal que por momentos puede recordar a los primeros My Dying Bride. La forma en la que fluyen los dos cortes es algo que también me ha sorprendido sobremanera, ya que por estructura se asemejan mucho a los esquemas de un género aparentemente lejano como es el universo post. Y es que nos encontramos ante dos edificaciones inmensas, de dimensiones ciclópeas y formas imposibles, que comienzan desplegándose con exasperante lentitud mientras van incorporando capas y capas de sonoridades, añadiendo peso a un armazón que según transcurren los minutos se eleva sin límite bajo un cielo sin estrellas, para acabar explotando en un final catártico, intenso y genial. Especialmente remarcables son los tres minutos finales de Crucifuge, en el que palabras como energía, emocionalidad y épica cobran nuevo significado, y que a un servidor le han puesto literalmente los pelos de punta. Haciéndote olvidar el reloj y los esquemas preestablecidos, los canadienses han parido un trabajo que te mantendrá atrapado por sus detalles, mil tonalidades que convergen en un negro absoluto, hambriento, que devorará tanto tu atención como tu alma en un maelstrom de malsanas energías, y en el que su indudable belleza es otro recordatorio de que la oscuridad no tiene por qué ser monopolio de la rabia y la bestialidad. Poco más que añadir a una obra soberbia y arrebatadora, con una capacidad para emocionar del que pueden hacer gala muy pocos discos hoy día. 


En un año lleno de triunfos, Crucifuge se ha ganado un puesto entre lo mejor de 2011 con un disco que más allá de géneros como el black metal o el doom, tan sólo puede definirse en base a las sensaciones que despierta. Capaz de calarte hasta el tuétano, Crucifuge es el Invierno encerrado entre surcos de vinilo. 

NOTA: 9,5/10



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